Domingo, 11 am. Te levantas. Recuerdas la noche anterior: interesante pero aburrida al mismo tiempo. Interesante porque lo has pasado bien con tus amigos, aburrida porque no está él, porque se encuentra a cientos de kilómetros de distancia. Enciende la cámara, mira las fotos y conéctala al ordenador. Miralas, una y otra vez, quédate con las mejores y súbelas. No no, espera. Antes debes mirar si él está conectado. Si aún no está, espérale. Espera hasta que se conecte y sube las fotos, justo en ese momento. Para que vea lo feliz que eres cuando no está, lo bien que te lo pasas sin él. Fijo que te pregunta cómo te fue la noche, y tú en vez de mentirle te derrumbas y le dices que sin él todo es una mierda y que le echas de menos.
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